Cuidado el cambio a Otoño Invierno lo siente nuestra piel.

La llegada del frio marca un cambio mental, de rutina, incluso de carácter. La piel, acostumbrada al mimo de protectores solares, de after sun y lociones hidratantes, despierta a un clima duro y agresivo al que no siempre se presta tanta atención.

Cuando las temperaturas bajan, los vasos sanguíneos se constriñen y el riego es más sutil, dejando a la intemperie una piel frágil, apagada y mucho más necesitada de hidratación. Prevenir estos efectos requiere algunas medidas sencillas pero para las que la constancia es la clave. Las alergólogas Lourdes Arochena y Mar Fernández-Nieto, del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, centran la atención en dos aspectos básicos.

El primero consiste en minimizar esa exposición al cambio y al extremo: proteger del frío ambiental con guantes, bufandas y ropa de abrigo; evitar las duchas demasiado calientes y los lavados de manos demasiado fríos. También los ojos, y el contorno ocular, deben quedar resguardados de la radiación detrás de unas buenas gafas de sol y de un fotoprotector adecuado.

Estos choques de temperatura provocan deshidratación, suponen una llamada a las arañas vasculares, a la sequedad y al envejecimiento. De ahí que el segundo aspecto sea la aplicación de cremas hidratantes y la atención a lo que se ingiere, no sólo al consumo suficiente de vitaminas A y C, garantizado sobre todo por las frutas y verduras frescas, sino también al de alcohol y tabaco, capaces de generar suficientes radicales libres como para resecar aún más esta piel tan frágil.

Tampoco hay que olvidar que el sol también afecta a la piel más allá del verano. Hay que seguir contando con una buena protección solar, que suele ir incluida en muchas cremas, e incluso en el maquillaje o el protector labial.

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